domingo, 12 de junio de 2016

La silla del Rey León



Estas dos sillas están en mi casa desde hace más de 25 años y ya traían otro buen montón de años a sus espaldas. Eran de una tía de mi padre, a la que todos llamábamos la Yaya, y como estaba soltera cuando murió su casa se desmanteló para vender y los muebles se los llevaron mis tíos, mis primos, había tanto que todo el que quiso pudo elegir algo. Yo era entonces muy joven y sin embargo recuerdo los muebles tan bonitos que tenía: aparadores, armarios, cómodas... pero como entonces vivía todavía con mis padres y mi madre era alérgica a los trastos viejos no pude opinar mucho sobre todas aquellas antigüedades, y mucho menos quedarme con nada (esta niña tan zarriosa a quién habrá salido, me decían más de una vez jaja). 


El caso es que cuando nos casamos y compramos nuestro primer piso teníamos muuuuy pocos muebles (y muuuy poco dinero para comprar más, jaja), así es que mi madre me ofreció estas dos sillas y yo las recogí no por antiguas sino por útiles.

Ahora que lo pienso quizás fue la primera restauración de mi vida, si se puede llamar así, porque en realidad lo que hice fue comprar un bote de pintura (sintética, por supuesto) y zas, zas, a brochazo limpio pintarlas de negro. Sin una simple limpieza previa. Menos mal que tuve el sentido común de elegir una pintura satinada, porque con brillo hubieran sido un horror.

Las tapizamos con la misma tela de chintz que dos sillones orejeros e hicimos una faldilla a juego. Así resolvimos una pequeña salita en la que hicimos vida “apretá” (porque era muy pequeña) hasta que ahorramos lo suficiente para amueblar el salón. 

Las sillas se quedaron en casa y son las que se sacan cuando hay mucha gente y ya se han usado las sillas de comedor, de la cocina, incluso las de las habitaciones de los niños. Entonces alguien se acuerda: ¡las sillas del estudio!, y aparecen ellas con su montón de años encima.


Lo curioso es que con lo maniática que soy para arreglar y adecentar los muebles no he reparado hasta hoy en lo viejas, desencoladas y mugrientas que estaban estas sillas. Será que estoy en modo limpieza de primavera pero hace unas semanas miré una de ellas y me horrorizó el estado tan lamentable de la tapicería, de la pintura, del asiento... Decidí que el primer sábado con sol les echaba el guante y eso es lo que os vengo a enseñar hoy.





Como estaban tan desencoladas fue muy fácil quitar todos los tornillos y descuartizar la primera, numerando todas las piezas para evitar sorpresas a la hora de recomponerla. 

Igualmente la pintura negra, que estaba saltada en muchos sitios, fue muy fácil de quitar, con lija y sin mucho esfuerzo. Más difícil fue el barniz que había debajo y que era el original de la silla. Pero son decapante y estropajillo de acero fue saliendo hasta quedar todas las piezas absolutamente limpias.

El asiento estaba muy hundido, claro que viéndola por abajo se entendía perfectamente porque la espuma estaba completamente apelmazada y las cinchas cedidas.



Para quitar el tapizado fui sacando todas las grapas de la tela, que estaban muy oxidadas y me costó lo suyo.


Y entonces me llevé una sorpresa: el tapicero que me las arregló no quitó el escay que había debajo, sino que puso el chintz encima. Con lo cual concluí que tampoco había cambiado el asiento, claro, así es que la espuma y las cinchas podían tener 50 años. ¡¡Con razón estaban viejos!!.


Mirar qué curioso y qué bien hecho el tapizado original, con puntas en vez de grapas:


Así es que tuve que quitar una a una todas las puntitas para soltar el escay. La tela y la espuma las utilicé como plantilla para cortar las nuevas.


Ésta es la tela que compré en el mercadillo. Es muy llamativa y tiene unos colores amarillos, marrones, naranjas...es muy bonita. 


Aquí están todos los palos de la silla teñidos y encerados:


Y así quedó:



La trasera con la espuma y las cinchas nuevas:


La madera como siempre tan bonita una vez sacado el brillo de la cera:


Antes de empezar con la segunda las puse juntas para que se viera el cambio. GPadre dice que parece un trono jaja, porque el asiento está muy abultado. A mí me parece que está cómoda, limpia y arreglada.


Espero que os guste. Sigo con las ganas de aprender a tapizar de manos de un profesional, pero mientras encuentro el momento voy haciéndolo a mi entender, xD.

Me llevo el post al Reto Desvanero, que este mes el tema es fauna, así es que viene al pelo. Pasaros por allí, que las propuestas siempre son chulísimas y originales, nunca encuentras dos iguales.

Besos.



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