Esta consola la
encontré en el mercado de antigüedades de Estremoz (os hablé de él en este
post)
y me costó 12 euros. Claro, que en el estado que estaba podía
incluso parecer un precio excesivo: las patas desencoladas, la
taracea dañada, faltas de madera por doquier…
Pero me gustó la
forma tan estilizada que tenía y sobre todo el tamaño: apenas 30 cm de fondo, así es que la compré con la idea de darle un cambio
radical.
El primer paso, como
siempre, fue una limpieza a fondo para comprobar que afortunadamente
no tenía xilófagos. Eso sí: el olor era indescriptible, una mezcla
de humedad y humo que indicaba que llevaba tiempo en un lugar que no
le correspondía. La pintura, además de ser muy oscura para un
mueble tan pequeño estaba ennegrecida, seguramente por el humo que
le daba el olor tan desagradable.
La taracea estaba
muy deteriorada, por lo que se hacía inevitable poner una chapa
nueva. Pero me gustaba el dibujo, era muy apropiado para la forma de
la consola y llenaba todo el sobre, así es que se me ocurrió
calcarlo y reproducirlo con pintura en la nueva tapa que le puse con un tablero
de madera sin tratar.
Para pintar el
mueble elegí un verde de la gama de los que se han dado en llamar
colores gustavianos, colores suaves y luminosos quizás un poco más subido de tono, porque en
el sitio que la iba a colocar era mejor un color que destacase sobre
la pared pintada de amarillo.
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Una vez tuve todo el
mueble pintado fui reproduciendo el dibujo de la taracea con pintura
acrílica blanco porcelana, añadiendo en algunos puntos un tono más oscuro
para conseguir profundidad en el dibujo.
El cajón tenía un
pomo feo y grande que decidí sustituir. Además entelé el cajoncito
con una tela que ya he usado varias veces (en este post os expliqué detalladamente cómo se hace).
Para terminar pinté
las mismas líneas que tenía dibujadas anteriormente pero en esta
ocasión con pintura oro antiguo. El proceso fue fácil aunque muy
laborioso: cinta de carrocero en ambas partes de cada una de las
líneas a pintar, pintar la línea dos o tres veces, hasta que se
viera uniforme, levantar la cinta y volver a empezar con la siguiente
línea. Así en cuatro patas, con cuatro caras cada pata y con dos
líneas cada cara de cada pata. Total: ¡¡ 64 líneas de cinta de
carrocero!!.
El resultado final
me encanta, ha quedado con un estilo clásico y un puntito romántico
por las flores y el dorado de las líneas que le da una personalidad
que antes no tenía. Y en el espacio que ocupa luce muy bien, por las
mañanas da el sol en ese pasillo y se ve preciosa.
El espejo también
tenía sus años, aunque en este caso era de mi familia. Tenía
encima un montón de capas de pintura blanca, yo creo que una por
cada año que estuvo colocado en un cuarto de baño.
Eliminé todas las
capas de pintura con un decapante químico y estropajo de acero, con
cuidado de no dañar la moldura. Después apliqué la misma pintura
que a la consola, porque la idea era ponerlos juntos.
Para coordinar con el dorado de la consola apliqué cera dorada con el dedo, dando suaves toques en las partes sobresalientes de la moldura. Para finalizar, igual que a la consola, pátina marrón retirando el exceso con un paño de algodón, y cera incolora para dar brillo.
Para coordinar con el dorado de la consola apliqué cera dorada con el dedo, dando suaves toques en las partes sobresalientes de la moldura. Para finalizar, igual que a la consola, pátina marrón retirando el exceso con un paño de algodón, y cera incolora para dar brillo.
Así lucirán juntos cuando estén colocados. Yo creo que los dos han ganado con el
cambio: están limpios, con un color que resalta sus formas y huelen
agradablemente a cera. No se puede pedir más.
Espero que os guste y espero vuestros comentarios, que me ayudan a seguir mejorando.
Besos y hasta la semana que viene.
Espero que os guste y espero vuestros comentarios, que me ayudan a seguir mejorando.
Besos y hasta la semana que viene.