Después de tanto tiempo sin publicar, aquí os traigo el que ha sido el trabajo de todo el verano. Un pequeño baúl de mi amiga Adela, de su madre en realidad, que venía con una premisa: o se adecentaba o iba a la basura.
Eso, que en principio puede parecer un poco agobiante, supuso todo lo contrario: cualquier cambio iba a ser mejor que dejarlo como estaba, así es que tenía libertad total para hacerlo como quisiera.
Eso, que en principio puede parecer un poco agobiante, supuso todo lo contrario: cualquier cambio iba a ser mejor que dejarlo como estaba, así es que tenía libertad total para hacerlo como quisiera.
He dividido todo el proceso de la recuperación en dos post, porque tengo tantas fotos que incluírlas en uno solo iba a ser muy largo. Así es que os cuento en este post la mitad y la semana que viene la otra mitad y el final.
Todo el proceso lo he hecho en cuatro tiempos, una vez que el baúl estuvo limpio y preparado para recibir la decoración:
- Recuperación de los elementos de madera
- Pintura y patinado de las chapas
- Empapelado del exterior
- Entelado del interior
Paso previo: la limpieza y la eliminación de elementos viejos
Es obvio decir que lo primero que tuve que hacer, igual que en cualquier pieza, fue lavar a fondo todo el baúl con agua y sosa caústica. Últimamente he leído que la utilización de sosa es excesivamente agresiva para una pieza de madera antigua. Quizás en el caso de maderas talladas, o más blandas pueda resultar dañina, pero en los trabajos que yo hago, con maderas poco trabajadas, me va muy bien y nunca he destrozado nada.
Para mi sorpresa, la pintura de las chapas salía al mismo tiempo que el tinte de las maderas, así es que no necesité otro detergente. Eso sí: el agua la tuve que renovar más de 50 veces, xD!!
El interior estaba forrado de papel. Para retirarlo utilicé agua caliente con lavavjillas y fue saliendo sin dificultad, con estropajillo de acero de gramaje alto. Algunos trozos, incluso, salían únicamente tirando del papel.
Al final, con un cepillito de cerdas metálicas, eliminé todos los restos de papel mojado y dejé secar completamente. Como vivo en Extremadura y tenemos unos veranos tan calurosos, con un día fue suficiente. Una buena lijada a todo el interior, para que la madera quedara suave y, con la aspiradora, eliminar todo el polvo que se genera.
Al final, con un cepillito de cerdas metálicas, eliminé todos los restos de papel mojado y dejé secar completamente. Como vivo en Extremadura y tenemos unos veranos tan calurosos, con un día fue suficiente. Una buena lijada a todo el interior, para que la madera quedara suave y, con la aspiradora, eliminar todo el polvo que se genera.
¡¡Y ya está listo para decorar!!
La decoración exterior
Las maderas del baúl
Ya sabéis que, en los trabajos que tienen herrajes metálicos, es mejor retirarlos con antelación, para que la decoración quede perfecta. Pero en este caso no me atreví. Las maderas no eran muy fuertes, algunas estaban combadas y temía que al quitar los herrajes se me rompieran. Así es que lo hice todo tapando unas partes y otras, con cuidado, pero sin quitarlos.
Las tablillas del exterior las lijé, primero con lija al agua de grano medio y después de grano fino. Todo para conseguir quitar el repelo que el agua levanta en la madera y que quedasen suaves al tacto.
A continuación, las teñí utilizando tinte color olmo, un par de manos y dejando secar entre ellas. De nuevo lija suavecita y una mano de tapaporos. Y para terminar barniz acrílico satinado e incoloro. Era impresionante ver cómo mejoraron las tablas después de todo este tratamiento.
A las maderas del interior no les apliqué tinte, puesto que iba a entelarlo. Así es que lija de grano grueso y, luego, grano medio y dos manos de tapaporos. Le di dos manos para que me resultase más fácil entelar, ya que si el poro no queda bien sellado el pegado de la tela puede levantarse por algunas zonas.
La pintura
Cuando las tablas estuvieron listas las cubrí cuidadosamente con cinta de carrocero, para evitar que se mancharan de pintura. Esto ha sido muy pesado durante todo el trabajo, en cada paso que daba tenía que proteger el paso anterior, pero ese es el precio que se paga por un trabajo tan variado. ¡¡Y yo lo pagué con gusto, jaja!!.
Antes de pintar, dí a todo una mano de imprimación multiusos. De otra forma, hubiera sido imposible que la pintura agarrase en las chapas, porque utilicé pintura acrílica y no a la tiza. Dos manos de pintura fueron suficientes para que quedase totalmente cubierto.
A continuación, y después de lijar suavemente para uniformar la superficie, apliqué pátina al óleo color tostado. ¡¡Mi parte favorita de cualquier trabajo!! Aplicar pátina/retirar pátina es una técnica creativa y a mí me encanta hacerlo.
Además, es reversible, así es que el márgen de error es muy amplio.
A continuación, y después de lijar suavemente para uniformar la superficie, apliqué pátina al óleo color tostado. ¡¡Mi parte favorita de cualquier trabajo!! Aplicar pátina/retirar pátina es una técnica creativa y a mí me encanta hacerlo.
Además, es reversible, así es que el márgen de error es muy amplio.
Empapelado de las chapas
Este paso fue el que más me costó decidir. Había comprado un papel italiano precioso para ponerlo en algunas zonas, pero no quería que quedase excesivamente recargado.
Coloqué papel en el frente y dos tiras en los laterales, como se ve en esta foto:
Pero me parecía que iba a quedar muy recargado, y las quité (la de la izquierda ya había empezado a retirarla cuando hice la foto). Al final, opté por colocar papel en dos frentes y dos chapas de la tapa, y dejar los laterales únicamente pintados.
Creo que fue una decisión acertada, porque se veían las zonas empapeladas de forma natural, entre las maderas. Con una esponjita y tinta distress de Tim Holtz envejecí todos los bordes, para que coordinara con la pátina de la pintura.
Coloqué papel en el frente y dos tiras en los laterales, como se ve en esta foto:
Pero me parecía que iba a quedar muy recargado, y las quité (la de la izquierda ya había empezado a retirarla cuando hice la foto). Al final, opté por colocar papel en dos frentes y dos chapas de la tapa, y dejar los laterales únicamente pintados.
Creo que fue una decisión acertada, porque se veían las zonas empapeladas de forma natural, entre las maderas. Con una esponjita y tinta distress de Tim Holtz envejecí todos los bordes, para que coordinara con la pátina de la pintura.
Y aquí dejo esta primera parte. La semana que viene os cuento y os enseño las fotos del interior, para que veáis cómo quedó al final.
Besos