Hoy estrenamos sección en el blog, Casas Rurales con encanto. Siempre me han llamado la atención las casas rurales por la restauración que se hace desde el punto de vista arquitectónico y porque suelen tener como elementos de decoración muebles viejos recuperados. Por eso quiero ir mostrando estas viviendas, únicas cada una de ellas, y que encontramos en toda la comunidad (y fuera de ella), como la Casa Rural Valle de Mira que hoy os traigo .
La historia de Michael, el dueño de la vivienda, es una historia de vida, así al menos
define él su cambio de fotógrafo reputado en Madrid a hostelero de una casa
rural en Extremadura: sólo se vive una vez y hay que intentar ser feliz.
Michael es inglés de nacimiento, aunque vino a España hace
más de 30 años. Se estableció en Madrid y durante años fue uno de los
fotógrafos más solicitados tanto por revistas de moda como por la prensa rosa;
pero la llegada de la fotografía digital y la democratización de la profesión
(él se define como un viejo roquero de la fotografía) le hicieron replantearse
desde los cimientos una vida que cada vez tenía más sinsabores que
satisfacciones, incluídas las económicas.
La materialización de ese cambio de vida es la Casa Rural Valle de Mira, en Valverde de Leganés, a 23 km.de Badajoz. La primera vez que
visitó la finca quedó impresionado tanto por el estado tan lamentable que
presentaban las construcciones como por las posibilidades que ofrecía un
entorno casi idílico: temperatura suave, agua en abundancia, un cielo limpio
(Michael recomienda a sus clientes por la noche que miren hacia arriba, para ver el cielo cuajado de estrellas) y a tan
sólo 4 km del pueblo más cercano, Valverde.
Vía: Escapada Rural |
Con un gran esfuerzo económico por su parte y la ayuda de
profesionales de Valverde y Táliga (para los que tiene constantes palabras de
agradecimiento) fue dando a la casa, a lo largo de un año, el aspecto que tiene
actualmente, mientras cerraba paulatinamente sus actividades como fotógrafo
profesional en Madrid.
Por fin, hace ahora 7 años, abrió la casa rural con la denominación
Valle de Mira, tomando el nombre del valle en el que se encuentra, y con sus
tres edificaciones: el cortijo, la casa de guardas y el chozo.
Llama especialmente la atención el amueblamiento de la casa
principal, en la que objetos comprados en la India conviven con muebles
mejicanos y antigüedades familiares traídas desde Inglaterra. ¡Un verdadero
paraíso para anticuarios y decoradores (o aficionados a los trastos, simplemente)!. Y es sorprendente que cada pieza ocupe su lugar creando todas ellas un ambiente único y
tremendamente acogedor.
Chimenea con una colección de teteras |
Una chimenea espectacular preside el comedor de desayunos de
los huéspedes, en el que podemos ver desde un autoclave de barbería
(probablemente de mediados del siglo XIX) hasta un juego de licor de cristal de roca y plata.
Autoclave del S. XIX |
Juego de licor |
Por cierto que los
desayunos se sirven en vajillas de porcelana antigua inglesa y con servicios de
plata también inglés. Y con mermeladas caseras que elabora Lourdes, la dueña de
la casa.
Vajilla inglesa |
Servicio de desayuno de plata |
Mermeladas caseras |
Encontramos objetos de lo más variopinto, restaurados y cuidados con mimo:
Sillón de barbería |
Dispensador de caramelos |
Las puertas son las originales de la casa, restauradas y
pintadas por una amiga de los dueños.
Por allí campan a su aire gallinas, ovejas, dos gatos y un
labrador, tan grande como tranquilo (“sólo se come a los clientes que no pagan”
bromea Michael). Ver desde el porche dos corderitos mamando tranquilamente es
una visión casi irreal: tienen tanta confianza en las personas que no se
asustan ni se esconden.
La gatita Kissa pasa apenas desapercibida entre tantas cosas
realmente bellas y duerme plácidamente a nuestro lado, ¡aquí los animales no saben lo que es el miedo a las personas!.
Los clientes son tratados como invitados, y tienen a su disposición todo lo que hay en la casa, las cosas no están de exposición, sino al servicio de las personas que van a pasar el fin de semana, las vacaciones, etc. Valle de Mira no es un museo sino una casa muy vivida, tanto que incluso se anima a los huéspedes a coger huevos de los gallineros de la finca.
Quiero agradecerle a Michael la amabilidad con que nos recibió y nos enseñó todos y cada uno de los rincones de la casa rural y la colección de cosas bonitas que allí tiene. Espero que le guste el post. Y también se lo quiero agradecer a GPadre, que estuvo dispuesto a acompañarme y participó activamente tanto en la entrevista como en la visita, aportando siempre su particular punto de vista.
Michael y yo |
¿Qué os parece? ¿Os gusta el turismo rural?